viernes, 26 de abril de 2013

Recordé.

Y, el otro día, me acordé de ti, me acordé de mí, me acordé de nosotros. Me acordé de cuando no podían pasar más de cinco o seis horas sin saber nada el uno del otro. Recuerdo los mensajes a las 6.55 deseando que tuviera un buen día, recuerdo tus buenas noches, en realidad, lo recuerdo todo.
Recuerdo, esos días en los que yo lo era todo para ti, tu decías que me querías y yo me lo creía.
Todo parecía ir bien, pero, como todo el mundo sabe, todo lo bueno se acaba.
Algo nos distanció. No sé lo que fue, solo sé que todo comenzó a enfriarse. Eran las últimas llamas de la hoguera, las últimas cenizas, las últimas brasas que quedan y que se resisten a desaparecer pero que al final acaban desapareciendo.
Todo comenzó cuando ya estaba bien entrado el invierno, cuando lo único que te apetece es que te abracen y te susurren un te quiero.
El frío, heló nuestros corazones, hizo que ambos nos volviésemos más egoístas y que dejásemos de preocuparnos tanto el uno por el otro.
Los primeros que dejaron de llegar fueron los mensajes a las 6.55 de la mañana. Después, comenzaron a faltar los mensajes de buenas noches, y más tarde esas pequeñas llamadas que hacíamos a mitad de la tarde.
El ambiente comenzó a ser hostil entre nosotros, esa confianza que antes había cubierto todo iba desapareciendo como si nunca hubiese existido, un manto de lo desconocido nos estaba cubriendo a los dos. En unas pocas semanas, nos habíamos convertido en completos desconocidos, apenas hablábamos y lo que antes era imprescindible para ambos pasó a ser algo que llegaba a molestar.
Y, llegó el día en el que ya no nos hablamos más, dijimos adiós y esa vez fue para siempre. Dejaron de existir las sonrisas, las miradas...
Pasamos de serlo todo a no ser nada, de conocernos como la palma de nuestra mano a ser auténticos desconocidos, pasamos de querernos como nadie a sentir indiferencia, de no poder estar ni un segundo sin saber del otro a desear no saber nada...
Y hoy, lo recordé recordé todos los buenos momentos, las risas, los abrazos, los besos y los momentos compartidos, lloré al pensar que ya nada iba a volver a ser igual, derramé lágrimas por lo que fuimos y lo que no llegamos a ser, lloré porque te echaba de menos y no estabas a mi lado, lloré por ti, por mi, por nosotros, por lo que fue y por lo que no pudo ser.