Mirarte a los ojos y verlos vacíos. Ver todas tus promesas rotas y tus mentiras esparcidas. Ver todos aquellos te quiero amontonados en una caja de recuerdos vacía. Pensar que todo era mentira. Mirarte a los ojos y que desaparezca todo mi mundo, todo en lo que había creído, sentir, como todos aquellos ideales se desvanecían como la luz del día al caer la noche.
Mirarte y no verte, ver a otra persona completamente distinta, no volver a oír las dulces palabras susurradas con ternura en mi oído, y en su lugar sentir el frío de tu mirada congelar mi corazón.
Mirar hacia los lados del camino y verme sola. Seguir hacia delante y comprobar que soy fuerte, que ahora nada puede detenerme, porque quién ha caído una vez, y sabe que puede volver a levantarse y jugar la partida con más fuerza. Sabe que todos los vencedores han caído, que perder una batalla no significa perder la guerra, que tan solo es necesario levantar la cabeza y demostrar que tú eres más fuerte. Deja que tu enemigo vea tu risa y hazle sentir débil, hazle sentir, que no tiene ninguna oportunidad. Tú, eres más fuerte, porque yo sé que nada puede detenerte.
A pesar de los momentos vividos, sonrisas compartidas ahora, nos hemos convertido en extraños que comparten una parte de su pasado. Extraños, que ni si quiera se detienen a mirarse a la cara, que ni si quiera, se detienen a mantener un amargo saludo y que jamás pensarían en sonreírse los unos a los otros.
Extraños, que en su interior lloran por estar separados, pero que huyen por que no pueden estar unidos, extraños que desean estar unidos pero que su orgullo los puede.
Extraños que nunca conseguirán olvidarse, amigos, que se convirtieron en extraños con amargos recuerdos...
