domingo, 12 de mayo de 2013

I felt nothing...


La adrenalina recorría mis venas. Sentía unas tremendas ganas de huir, huir hacia donde nadie pudiera seguirme, quería estar sola. No quería pensar en todo lo que había pasado. Quería desaparecer, quería dejar de existir durante un rato. Quería pensar que no tenía nada de lo que preocuparme, pero, yo sabía que no era así. Había cometido el mismo error dos veces con la misma persona. Me había vuelto a dejar engañar. Pero eso no volvería a pasar. Sentía, que me había caído en un “pozo” y no podía escapar. Sentía como si estuviese en el mar, y no pudiese moverme, como si no tuviera fuerza en mi cuerpo y estuviese condenada a morir ahogada.  Sentía una opresión en mi pecho que me condenaba a morir.

Por un momento pensé en dejar de luchar  por mantenerme con vida y dejar que el dolor me venciera. Pero, luego recordé a quien había estado conmigo desde el principio, a quien nunca me había abandonado. Recordé la voz de James pidiéndome que luchara y que siguiera con vida. Le escuché pidiéndome que no le abandonara, que me necesitaba con él. Que ahora todo daba igual, que tan solo tenía que luchar por seguir con vida. No podía perderme otra vez. 

Pero a la vez, yo sentía que me iba, que tenía que desaparecer, no podría seguir luchando mucho más tiempo, pero, a pesar de eso, reuní todas mis fuerzas y conseguí salir de ese maldito “pozo” en el que me habían condenado a morir.

Había vencido la batalla, pero, aún así,  no podría volver a mirar a la cara a James, me había advertido de lo que pasaría y yo me había creído más lista que él, me había creído, que la vida es un juego de niños, en el que nadie traiciona, en el que nadie miente y rompe sus promesas; pensaba que todo sería más fácil y que descubriría las mentiras más fácilmente que en la vez anterior.

Pero, descubrí, que no era así, descubrí, que los seres humanos nos dejamos engañar por las personas a las que amamos, bajamos la guardia, perdonamos, somos traicionados y tropezamos más de dos veces con la misma piedra.

Comprendí, que a pesar de haber salido del pozo de mi tristeza, había perdido la batalla, pues seguía teniendo sentimientos y debilidades, seguía sintiendo lo mismo por la persona que me había hecho entrar en ese “pozo”.

Sin embargo, a pesar, de que me había prometido a ,mí misma, que no volvería a caer, según pasaba el tiempo, me dí cuenta, de que siempre volvería a caer, caería para levantarme, porque, como me dijeron una vez “ ¿Para qué nos caemos? Caemos para aprender a levantarnos”