domingo, 26 de octubre de 2014

Por un momento no sintió nada. Ni si quiera el dolor la llenó como había hecho millones de veces. En ese momento ella no sentía nada, nada bueno, pero tampoco sentía nada malo. Ella estaba muerta, había dejado de sentir, para siempre ojalá hubiera deseado si en esos momentos hubiera podido desear.
Pero volvió a la vida, sin saber como volvió a sentir la vía en su brazo, volvió a sentir los recuerdos que la torturaban, volvió a la realidad que lentamente la mataba.

Y abrió los ojos, los abrió como platos sorprendida de seguir ahí. ¿Porqué no estaba muerta? ¿Porqué no se había cumplido su ansiado deseo?

Estaba ahí atada a la vida, como una triste marioneta atada para que la manejen, pero esta vez no, no iba a volver a la vida, porque ella iba a morir.

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