domingo, 26 de agosto de 2012

Amissus Somnia 2

Y, en ese momento recordé de que conocía a ese extraño chico. Hacía mucho tiempo, lo ví, y me llamó la atención, pero tan solo nos miramos, No era posible que supiese mi nombre. La otra vez que lo había visto, había sido en sueños, cada noche.
-No sé... tal vez es que he preferido verte en persona William... en contra de nuestras nocturnas veladas.-dije sorprendida de mi misma al pronunciar el nombre de aquel chico que ni siquiera conocía.
-Querrás decir...-dijo esbozando una sonrisa.- Que ha ocurrido algo lo suficientemente grave como para tener que huir y ellos te han encontrado ¿verdad? ¿o acaso me equivoco?-dijo enarcando las cejas con una sonrisa visible claramente, y echando un vistazo a los lobos.
-Sí, bueno, supongo que esa es la verdadera razón...-dije agachando la cabeza.
-Bueno... te he echado de menos...- dijo levantándose de su sillón, y mirándome a los ojos- Y como sabía que algo iba mal, pensé que no te importaría que les mandase a buscarte.-Dijo con  una amplia sonrisa.
Me quedé demasiado sorprendida cuando William dijo eso. ¿Cómo podía alguien echar de menos a una persona, con la que solo había convivido en sueños?
-Perdona...-Dijo el sacándome de mis pensamientos- Estarás cansada después de tanto viaje...-Coge tus cosas y acompáñame por favor... -dijo mirando al suelo y cogiendo una de las bolsas.
Recogí la otra bolsa y lo seguí. Por alguna extraña razón, su compañía me inspiraba seguridad. Llegamos a una inmensa habitación, que tenía una cama, que para mi sorpresa parecía bastante nueva, diversos armarios, una mesa, sillas... Lo suficiente como para que pudiese hacer allí mi vida entera. Pero, a pesar de que mi anfitrión no había dicho nada, yo sabía, que pasaríamos tiempo juntos.
-Bueno... esta es tu habitación, tienes todo lo que necesitas, mi habitación es la de al lado... si necesitas algo ya sabes donde estoy. A, y una cosa, si quieres cuando te apetezca, te puedo enseñar la mansión, está un poco derruida, pero la mayoría se conserva bastante bien... y lo que no... lo estoy intentando reparar.-Dijo William con voz entusiasta.
-Vale, estaré encantada de ver la mansión, y si quieres que te ayude con las reparaciones... No tengo nada mejor que hacer.-Dije sin poder evitar sonreír.
-Bueno, descansa y hablamos más tarde.-Dijo mientras salía de la habitación.

Cuando me encontré sola en la habitación, saqué todo lo que había en las bolsas: comida y ropa. Coloqué la comida en un pequeño armario; y la ropa, la coloqué en el enorme armario, que, pese a que la mansión estaba abandonada, el armario poseía elegantes ropas de unos cincuenta o cien años de antigüedad.

Una vez coloqué todo, decidí comer algo, era el primer bocado de comida que me llevaba a la boca desde que abandoné mi ciudad, un trozo de queso y un poco de bizcocho; pues decidí guardar el resto para otro momento.
Después de aquello, me tumbé encima de la cama, sin tan solo abrirla, y en menos de dos minutos, estaba profundamente dormida.

SUEÑO de Marilyn

Estaba en aquella mansión, y él se acercó a mí, yo también lo hice y empezamos a hablar como viejos amigos...
-Marilyn, Marilyn, Marilyn...Querida señorita Marilyn... Nunca pensé que llegaría a verte como hemos hecho hoy...
-Yo tampoco me esperaba esto... ni siquiera sabía que existías... había veces... que pensaba que eras producto de mi imaginación.-murmuré con indignación, dirigiendo mi mirada hacia al suelo.
-No te preocupes... nada de lo que has vivido antes volverá a suceder. Tal vez, ahora no vivas en la enorme mansión de tu padre, el Conde D'arco, pero estaremos juntos para siempre...
No entendí a qué se refería con que estaríamos juntos para siempre, pero no me provocó miedo, pero tampoco me entusiasmó demasiado. No es que el chico no me gustase... pero, esos ojos azules escondían un secreto, que no tardaría en descubrir.

REALIDAD

Me levanté, extrañada por el sueño que acababa de tener y decidí cambiar mi vestuario por una cómoda túnica color púrpura fruncida por debajo del pecho.
Me dispuse a salir de la habitación para ir a avisar a William, cuando, me dí cuenta de que la habitación estaba cerrada. Intenté gritar, pero no tenía voz para poder hacerlo. De repente, sentí un punzante dolor de cabeza, y caí al suelo.

De repente, abrí los ojos, y me encontraba en un hospital, en pleno siglo XXI, sola, despierta.
-¿Qué ha pasado?-pregunté.
-Salió de un accidente de tráfico hace dos años, nadie sobrevivió, tan solo usted, y... llevaba en coma desde entonces.-dijo la mujer como si no tuviese importancia.
Esto, era... imposible, ¿Todo lo que había visto era mentira?
¿No era más que un sueño?
Pero en el momento en el que me hundía, vi a William atravesar la puerta que llevaba a mi habitación del hospital.
-Bueno-dijo él.- No todo era mentira al fin y al cabo ¿no?-dijo con una sonrisa.
Y la verdad, era, que no, no todo era mentira, él estaba conmigo, y sospechaba que nunca se iba a separar de mí, porque, al fin y al cabo nos habíamos visto en un sueño, un sueño perdido...

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